La muerte de un jugador en un partido de fútbol reaviva la demanda de este aparato en las instalaciones deportivas.
Fuente: Heraldo de Aragón
Fecha: 3/10/2016
La muerte de Manuel Trías Jiménez, de 52 años, por parada cardiorrespiratoria el pasado 25 de septiembre, mientras disputaba un partido en el campo de Santa Isabel con su equipo de fútbol laboral, ha vuelto a despertar una polémica que viene de atrás. La recomendación de que todas las instalaciones deportivas cuenten con desfibriladores automáticos es para muchos una necesidad imperiosa que a buen seguro ayudaría a salvar vidas en situaciones similares a la ocurrida hace una semana en Zaragoza.
Pese a que por los centros de la geografía aragonesa donde se practica alguna modalidad deportiva hay distribuidos más de un centenar de estos aparatos, automáticos o semiautomáticos, el CMF César Laínez, donde se disputaba el encuentro, carecía de un dispositivo que se antoja indispensable en este tipo de recintos públicos o privados, pero que en la legislación vigente no se reconoce como obligatorio.
Aunque a la memoria vienen casos en el fútbol de élite como el de Dani Jarque o el de Antonio Puerta, los fallecimientos producidos durante el desarrollo de la actividad deportiva por causas naturales afectan en mayor grado a los practicantes no profesionales, como le sucedió a la última víctima de la muerte súbita en un terreno de juego en Aragón, cuya suerte podía haber sido diferente si la RSD Santa Isabel hubiera dispuesto en sus instalaciones de propiedad municipal de un desfibrilador.
Este aparato sí lo tienen a su disposición los equipos que militan en Segunda División B y en Tercera desde hace tres años, tras el convenio suscrito entre AFE y la Federación Española por la que este ultimo organismo sufraga al 100% la compra de los mismos. El Santa Isabel sí que tuvo uno en su poder hace dos temporadas, cuando militó en Tercera, pero al descender la Federación Aragonesa se lo cedió a otro club.
La AEMS pide un cambio de ley
El pasado martes se vivió en las Cortes de Aragón un episodio de reivindicación que tuvo que ver de forma directa con la necesidad de contar con más desfibriladores externos en las instalaciones deportivas de Aragón. El encargado de dar voz al mensaje de la Asociación Española contra la Muerte Súbita (AEMS) fue Antonio Alcaide, padre del jugador de 21 años fallecido hace casi dos años tras caer desplomado mientras jugaba un partido con el San Andrés en el CMF Nuevo Ranillas. «Buscamos que en todos los centros deportivos y en los espacios en los que se congregue mucha gente haya desfibriladores. Hasta ahora la legislación recomienda que se disponga de estos aparatos, pero nosotros pedimos que modifiquen la ley y que sea algo obligatorio», explica Antonio, que también es representante de la AEMS.
Solo País Vasco, Cataluña, Andalucía y Canarias tienen en su legislación la obligatoriedad de disponer de desfibriladores.
En los campos municipales, en 2017
El Ayuntamiento de Zaragoza está iniciando los trámites para que los 28 campos de fútbol municipales dispongan de desfibrilador a lo largo del 2017. Actualmente solo están presentes en cuatro instalaciones: CMF La Almozara (Ebro), CMF Parque Oliver (Escalerillas), El Rabal (CD Unión) y Nuevo Ranillas (At. Ranillas). «Hasta la fecha no se han adquirido, ya que el servicio de Instalaciones estaba pendiente de si el Gobierno de Aragón o la propia Federación Aragonesa de Fútbol aprobaban alguna normativa al respecto y, sobre todo, de cómo solventar el tema de la formación», señala el jefe de Instalaciones Deportivas del Ayuntamiento de Zaragoza, Miguel Mendo.
El Consistorio pretende incluir una partida en los presupuestos del año que viene que sirva para afrontar la compra de unos dispositivos que van desde lo 1.000 hasta los 2.000 euros.