En caso de paro cardíaco, la rapidez en la intervención es clave para salvar vidas. Es por esto que uno de los factores más importantes en cuando a manejar un desfibrilador es la facilidad de uso.
En función de lo preparado que pueda estar un usuario a la hora de hacer servir un desfibrilador o si este tiene conocimientos y experiencia en el sector sanitario o incluso en RCP ( Reanimación Cardiopulmonar), podemos encontrar tres tipos de desfibriladores, aunque desde BATEGA nos gusta hacer especial hincapié en que siempre hay modelos que pueden hacerse servir por personal sin ninguna experiencia.
- Manuales: debe ser usado por personal cualificado debido a sus funciones complejas, solo está autorizado su uso en Europa a personal sanitario entrenado.
- Automáticos: estos desfibriladores aplican la descarga sin aviso previo, lo que resulta muy peligroso para la persona que asiste a la víctima, por ello están en desuso. Sin embargo, su terminología DEA se sigue utilizando, pues eran los únicos desfibriladores externos utilizados antiguamente.
- Semiautomáticos: se trata de desfibriladores de uso público que advierten en el momento de la descarga e indican que hay que separarse del paciente y pulsar el botón que activará la desfibrilación. Se trata de dispositivos que requieren poca capacitación por parte del usuario, ya que el aparato va indicando los pasos a seguir, y en algunos desfibriladores de este tipo tenemos también la ayuda de un especialista en emergencias a través de un dispositivo adaptado en el propio equipo. Actualmente podemos encontrar estos desfibriladores en el metro, empresas, aeropuertos, colegios, museos, lugares de gran aforo. Su nomenclatura es DESA, aunque muchas veces se utiliza la antigua de DEA.
La facilidad en el manejo implica rapidez en la intervención
La primera causa de muerte en el mundo por enfermedad coronaria es el paro cardiaco o muerte súbita. Cada año en España unas 24.500 personas lo sufren, es decir, una cada 20 minutos.
Más del 70% de los paros cardiacos se deben a una arritmia maligna llamada fibrilación ventricular, tractable por cualquier persona adecuadamente formada mediante una descarga eléctrica, gracias a los desfibriladores externos automáticos.
Una actuación rápida y de calidad aumenta entre 7 y 20 veces las posibilidades de sobrevivir.
La actuación, el Soporte Vital, incluye el reconocimiento de la parada cardiaca, la alerta a los servicios de emergencia, las maniobras de resucitación y la desfibrilación inmediata.
En Batega llevamos más de 15 años protegiendo a las personas, instalando desfibriladores para de ese modo crear zonas cardioprotegidas. Porque en España cada 20 minutos fallece una persona de paro cardíaco. En su mayor parte esto se puede evitar gracias a un desfibrilador.