Fuente: La Vanguardia
27/9/2018
Aterrizar y padecer un infarto. Esto fue lo que le sucedió a una turista holandesa de 66 años el pasado 20 de setiembre en el aeropuerto de El Prat, cuando se disponía a disfrutar de unos días de vacaciones en la Costa Brava.
Fue en la terminal 2 donde padeció una parada cardiorespiratoria. Se desplomó y quedó inconsciente. Pero en un espacio como un aeródromo hay mucha seguridad. Agentes de la Unitat de Recursos Operatius (ARRO) de la Regió Policial Metropolitana Sud de los Mossos d’Esquadra, que se encargan del orden público en el enclave, fueron alertados por un ciudadano.
Entonces los Mossos comenzaron a realizar maniobras de masaje cardíaco a la afectada. También pidieron ayuda al Servei de Emergències Mèdiques (SEM). Los primeros instantes fueron muy tensos, pues la víctima no reaccionaba.
El personal del aeropuerto barcelonés les trajo un desfibrilador externo automático, lo que popularmente se conoce como DEA. Fueron necesarias tres descargas para salvarle la vida a la mujer.
Después del esfuerzo, la turista holandesa comenzó a dar mínimas señales de vida y el SEM consiguió estabilizarla. Después la trasladaron hospital de Bellvitge, donde sigue hospitalizada sin que se tema por su vida.